Nuestra Historia

Los comienzos

Sobre el Camino Real, a 50 km hacia el norte de la ciudad de Córdoba, se yergue Jesús María, ciudad comercial y de servicios, fundada por Pío León en 1873. El origen de su nombre nos remonta al 15 de Enero de 1618, cuando los jesuitas compran la propiedad al Alférez Real Gaspar de Quevedo y la antigua estancia de Guanusacate se transforma en Estancia de Jesús María.

Pero la comarca ya sabía del quehacer humano desde tiempos remotos y las huellas de los pueblos originarios quedaron ocultas en las márgenes del río, esperando ser descubiertas. Primitivos sistemas de riego, vasijas, morteros, instrumentos musicales, fueron apareciendo, traídas al presente por las herramientas del arqueólogo Jorge Delpratto. Eran las marcas de los pueblos sanavirones que habían visto pasar la expedición de Jerónimo Luis de Cabrera, para fundar la ciudad de Córdoba. Los mismos que vieron llegar a don Pedro Deza con los títulos de encomendero bajo el brazo, con sus molinos y sus vides para desarrollar la primera estancia: la colonial, en las tierras del Guanusacate.

En 1618, llegan los jesuitas y con ellos los africanos esclavizados para convertir a la propiedad en una de las estancias más prósperas, al servicio del Colegio Máximo. Acequias, dos molinos, un batán, bodega, vides y frutales, vinos y harinas, orejones y pelones, para mantener los establecimientos educativos de la Compañía de Jesús en la ciudad de Córdoba. Nuevas construcciones modificaron el paisaje rural de la estancia colonial, nuevas tierras fueron anexadas por compra o donación. También una iglesia, bajo la advocación de San Isidro Labrador.

Los comienzos

Un quiebre fundamental en el devenir histórico de la comarca sucede, de improviso, en 1867.

Los reyes de España han decidido la expulsión de la orden jesuita de todos sus dominios. Así, con lo puesto, los sacerdotes abandonan sus posesiones y éstas pasan a la Junta de Temporalidades.

Tierras, animales, muebles, construcciones, hombres esclavizados, mujeres esclavizadas, niños esclavizados, todos son tasados para la venta. Félix Correa de Larrea, mendocino, será el nuevo dueño de la estancia de Jesús María desde 1775. En 1863 los hermanos José y Pío León, de origen paraguayo, compran la estancia de los Correa.

Hacia el nacimiento de la villa

Cambiará para siempre la historia. El gobierno nacional decide iniciar la construcción del Ferrocarril Central Norte y las vías férreas recorrerán esta parte del mundo. Pío León ofrece las tierras suficientes para la estación y los rieles. Pero todo es poco para el paraguayo y quiere ir más allá. Solicita al Ingeniero Telfener, encargado de la construcción del ferrocarril, el plano de un loteo para fundar la Villa Primera a ambos lados de la estación.

Así lo dice en la nota de su puño y letra que dirige al gobernador de la provincia, Juan Antonio Álvarez, el 28 de Septiembre de 1873.

Hacia el nacimiento de la villa

El loteo de la Villa Primera ofrece tierras de don Pío León y de don Eusebio Agüero. Así empieza la historia de Jesús María, villa de veraneo de las elites cordobesas. Con solares para los inmigrantes de distintas nacionalidades que se fueron instalando, con residencias importantes para las clases pudientes, con escuelas y comercios, con estancias importantes en los alrededores.

Hacia el nacimiento de la villa

El 20 de agosto de 1878, la Legislatura de la Provincia de Córdoba declara villa a la población formada en la estación del Ferrocarril a Tucumán, denominada Jesús María.

La villa mencionada se denominará Jesús María, nombre aquel que le dieron los jesuitas, el que apareció en los mapas desde 1620, el que ya tenía la estación de trenes. Y será cabecera del Departamento Anejos Norte, que en 1892 pasaría a llamarse Colón, en conmemoración del cuarto centenario de la llegada de Colón al continente americano.

La construcción de una ciudad

La década del 80 sorprende otra vez a la región con rostros, lenguas y costumbres que alterarán de nuevo su fisonomía. Pero esta vez no hay espadas ni tropas. Hay manos y mentes dispuestas para el trabajo.

Italianos, españoles, franceses, austríacos, suizos, turcos, sirio-libaneses mirarán a la Villa que crecía como la tierra de oportunidades y también de la salud, porque el clima era benigno para las enfermedades respiratorias.

Así de variada fue la inmigración en Jesús María, individual, espontánea, y contribuyó a darle este perfil comercial y de servicios que hoy tiene.

La construcción de una ciudad

Hacia fines del siglo XIX, Jesús María ya es sede de una de las agencias de las seis que tenía el Banco Provincial en ese momento, tres importantes negocios de ramos generales, cinco almacenes minoristas, dos panaderías, dos aserraderos, una peluquería, dos farmacias, dos hoteles.

La inmigración sirio - libanesa hizo también lo suyo e incrementó la actividad comercial.

La Sociedad Rural será la encargada de promover las actividades económicas del sector y la Biblioteca pasará a ser popular y se llamará Domingo Faustino Sarmiento, en honor a uno de los visitantes asiduos de la Villa.

Los varones y las niñas cuentan con escuelas públicas y ya se ha instalado el Colegio del Huerto. También se ha constituido la Sociedad Filantrópica Escolar, que agrupará a las escuelas de la villa hasta la sanción de la Ley de Cooperadoras.

La construcción de una ciudad

A mediados de enero, otro acontecimiento clave se repite año a año. Las calles de la ciudad reciben a los aspirantes de la Escuela de Gendarmería Nacional Raúl Remberto Cuello, que tiene su sede en Jesús María desde 1962.

La presencia de Gendarmería con su escuela, con su Banda de Música, con su móvil, inyecta permanentemente costumbres de muchas provincias y, sumada a la migración interna constante, hace de Jesús María una ciudad cosmopolita.

La construcción de una ciudad

1965 tiene un significado especial para las cooperadoras escolares de la zona. Buscarán un objetivo común basado en el trabajo colectivo y solidario.

El Festival de Doma y Folklore será el medio para la concreción de sueños e incluirá también a escuelas de la región. Más de medio siglo después, la “fiesta” transforma la ciudad y la convierte en destino turístico privilegiado durante diez noches de enero, con sus días, con sus tradiciones musicales de raíz folklórica, con sus destrezas gauchas, con sus paisajes, con sus museos, con su gastronomía criolla que incluye "El Mejor Asado del Mundo”.